Biblioteca, Archivo & Museo. Curso de referencias bibliográficas

De Base de Conocimiento Técnico
Saltar a: navegación, buscar

Biblioteca FCD

Presentación

Estos contenidos formaron parte de una serie de charlas sobre escritura de divulgación dictadas a lo largo de la segunda mitad de 2022 en la Estación Científica Charles Darwin. Fueron desarrollados y compilados por Edgardo Civallero, coordinador del área de Biblioteca, Archivo & Museo.

Los materiales bibliográficos compartidos en esta página para su descarga se distribuyen dentro de los límites del fair use: son para uso exclusivo dentro de la Fundación Charles Darwin, su difusión no contempla ánimo de lucro, su autoría se reconoce claramente, y su objetivo es estrictamente educativo.



La importancia de las referencias

El cuerpo de referencias bibliográficas es, probablemente, uno de los elementos más importantes de un artículo académico. A través de las referencias no solo se establecen las bases epistémicas y los antecedentes cronológicos del trabajo (es decir, qué líneas de pensamiento y acción está continuando el texto presentado y, por ende, de qué cadena será nuevo eslabón), sino que también se define la particular posición del autor: qué teorías, posiciones, categorías y/o metodologías ha decidido utilizar y, por ende, cuál es su opinión, pensamiento, postura crítica o perspectiva al respecto de su objeto de estudio y su contexto.

En líneas muy generales, las referencias bibliográficas pueden aparecer en todo el texto, pero suelen concentrarse en las secciones reservadas para los antecedentes, el marco teórico (si aplica), la metodología y, en ocasiones, la discusión de resultados.

Dependiendo de la disciplina, de las tendencias, de las políticas institucionales que rijan el quehacer del autor, e incluso de las modas y políticas editoriales de turno, el tipo, calidad y cantidad de referencias bibliográficas consideradas "correctas" y "adecuadas" para un trabajo científico varían, a veces salvajemente. Es por ello que una de las tareas de los investigadores es estar al tanto de estas tendencias y normas, siempre consultando las fuentes esenciales, primarias y originales (las propias normas y manuales de estilo, o las "instrucciones para los autores" de las editoriales) y dejando de lado las "páginas de ayuda" y los espacios divulgativos, por muy serios y especializados que parezcan.

Evidentemente, siempre se puede (o, al menos, se debería) contar con la asesoría de un bibliotecario. Pues una de las tareas de cualquier profesional referencista es, precisamente, acompañar a los investigadores en esa ardua tarea que es construir saber científico... y publicarlo.



Buenas costumbres bibliográficas

Entre las muchas "buenas costumbres" a asumir a la hora de manejar referencias bibliográficas pueden destacarse tres:

(1) Citar siempre sobre la marcha

Un hábito común entre muchos investigadores es el de dejar la producción de la lista de referencias bibliográficas para el final del proceso de escritura. Por un lado, porque se concentran en la estructuración, producción y revisión del cuerpo principal del documento, y, por el otro, porque la bibliografía, ubicándose al final del texto, suele ser dejada asimismo para el final.

Este hábito conlleva un buen número de riesgos, incluyendo olvidos, pérdidas de datos y ausencias significativas, que perjudican gravemente al resultado final. Es por ello que una buena recomendación es incluir la sección "Referencias" desde el inicio, en el primer borrador del texto a escribir. De esta forma la información bibliográfica puede irse agregando a la lista, completa, en el mismo momento en que se la cita.

(2) No aumentar innecesaria y artificialmente la lista de referencias (e incluir referencias que se hayan consultado realmente)

Una creencia habitual entre muchos investigadores, alimentada por cierto sector académico y editorial, es aquella que señala que, a mayor número de referencias, mayor calidad del artículo, pues denota una supuesta "mayor sapiencia".

Se trata de una falacia argumental: la inclusión de una bibliografía interminable no garantiza siquiera que el autor haya leído todos esos textos, o que todos los textos sean relevantes al contexto analizado o al problema abordado. Si bien son numerosos los editores (generalmente novatos o con poca formación en su labor) que creen firmemente en que es obligatoria la inclusión de obras punteras de determinada disciplina en la bibliografía (por muy genéricas que sean) para demostrar un conocimiento profundo del tema, se trata de una mala práctica editorial que alarga innecesariamente el listado de referencias. Por otro lado, también son numerosos los autores que citan textos por su título, sin siquiera haberlos leídos.

Una recomendación oportuna, pues, es limitar la bibliografía a aquellas referencias que resulten totalmente pertinentes al tema tratado.

(3) Comprobar la cita... y su contexto

Una última práctica entre no pocos investigadores es el uso de citas sacadas de contexto para apoyar determinadas afirmaciones, o para incluir una referencia considerada "importante" en la bibliografía, aunque dicha cita, originalmente, no tenga la más mínima relación con el tema tratado. En este sentido, es preciso analizar si el contexto de la cita empleada se ajusta totalmente al contexto del texto que se está produciendo.

Por otro lado, es necesario revisar el origen de cada cita y su contexto de producción original. Son muchos los autores que citan una cita de una cita de una cita. Tras tantas idas y venidas, el contexto (y, a veces, el significado) original de la cita se pierden, generándose un "efecto Woozle" y otros problemas asociados, como la llamada "citogénesis", la creación de 'factoides', la producción de pseudociencia y el surgimiento de mitos urbanos.